martes, 16 de abril de 2013


Las redondeces que aparecieron en mi cuerpo a medida que fui desarrollándome no solo me generaban angustia, también me sentía fea, gorda, ¡redonda! Ya no reconocía mi cuerpo y el cuerpo que se me presentaba en el espejo no era el que yo quería para mí. En mi casa la dieta era tema de conversación constante, mi hermano mayor siempre había sido gordito y mi hermana mayor estaba en las mismas. Todos los días el tema obligado era no comas esto, si comieras esto sería mejor para ti, no repitas, come más lento, etc. etc.

Como tampoco era la niña más popular del colegio, y salía muy poco decidí achacarle todos mis problemas al peso. Creía que mi vida sería mejor si controlaba mi cuerpo y mi peso.

Yo no sabía nada de nada de dietas ni que hacer para dejar de comer ni como alimentarme, ni nada de nada, pero mi hermana mayor que estaba aparentemente muy pasada de talla y mi mamá estaban muy preocupadas por esto, así fue como la llevó a un centro médico especializado en bajar de peso, así descubrí el concepto de caloría, tenía 14 años la primera vez que escuche esa fastidiosa palabra, ¡Mmmmmm caloría!

El régimen de mi hermana consistía en 700 calorías al día, un escándalo que hoy no sería siquiera concebible para alguien que quiera reducir peso, sin atentar contra su salud, pero que a mí en ese momento me pareció una revelación.

No recuerdo como conseguí mi primera tabla de calorías, pero desde ese momento me convertí en toda una experta en contar calorías, Si hubiese puesto la mitad del empeño que puse en aprenderme esa dichosa tabla de calorías en mis estudios, muchos hubiesen sido los problemas que me habría ahorrado, pero mi obsesión eran las calorías, y razone que si mi hermana de 20 años necesitaba 700 yo por ser menor estaría perfecta con 500; 20 calorías una zanahoria, 70 calorías una manzana, 30 calorías un tomate, 150 calorías ½ pechuga de pollo hervida, etc. etc. etc. ¡Me estaba matando de hambre! Y no podía concentrarme en nada más que no fuera calorías y que podría y no podría comer.

Como el hambre era total, me llenaba con ‘Tab’, ¿Alguien recuerda esta gaseosa? Esta fue la abuela de la coca cola Light, otro aliado era el Sucaryl que traían mis abuelos de Estados Unidos y las hermesetas, las cuales utilizaba para endulzar una limonada confeccionada con medio limón…..por aquello de las calorías!

Comencé a bajar de peso, pero esos bajonazos no duraban gran cosa, como estaba siempre con tanta hambre después del ayuno seguía la bacanal y me atrancaba con todo aquello que estaba prohibido, así entre en la espiral del síndrome alimenticio, dieta, bajaba peso, comía, subía de peso, dieta, bajaba de peso, hambre + comida, subía de peso, dieta y así hasta hace unos años. Estoy en los 40 y comencé en esta espiral a los 14, Se imaginan ¿Toda mi vida adulta y mi adolescencia a dieta? Aquellos que no han sufrido la lucha de una persona gorda no saben la frustración y la decepción que se sienten con cada intento fracasado por perder peso, Las miradas de aprobación cuando estas delgada, de reprobación cuando estas en los huesos y de asco cuando estas gorda, como si tu derecho a valorar tu cuerpo no te correspondiera por derecho sino por imagen. Ese fue el comienzo de mi delirio por la comida, esta es la etiología de mi desorden alimenticio.

1 comentario:

  1. Muy orgulloso de mi esposa, no sabia estos secretos.
    muy bueno por ella.

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