Voy manejando por una calle
congestionada me detengo por el semáforo
en rojo y empiezo a observar el paisaje urbano de 40 segundos que me ofrece este
lapso, estoy justo detrás de un bus de servicio público que ostenta el nombre
con que su dueño lo ha bautizado y lleva grabado en una calcomanía de letras
negras grandes en el vidrio trasero: “El
Triste”. Me sonrió por la ocurrencia del
slogan que lleva este armatroste, más
aun me imagino la cara decepcionante de melancolía del chofer que lo conduce
junto con las de sus ocupantes. Arranco y seguimos caminos dispares.
“El Triste” me hizo pensar
en las consignas o lemas con los que
podemos llegar a identificarnos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean;
los slogans, palabra que traduce “gritos de guerra”, que cada uno
llevamos en nuestra existencia.
Aunque, es tentador opinar acerca de los slogans publicitarios que reparten a
diestra y siniestra estilos de vida alejados a las personas que habitamos este
planeta pues nos programan para usar determinada talla, marca, servicio y que mal disparan nuestro
nivel de autocensura generando un ensimismamiento al punto de no querer asomar la cara al mundo pues no tenemos el cuerpo deseado o el
atuendo de moda, el zapato, el carro o la chequera para estar a nivel que su artilugio exhibe. Más
bien me centraré en las emociones que generamos o le regalamos a nuestra vida
que finalmente son nuestros slogans que le ponen sello a lo nuestro y a la forma en que
estimamos nuestra fuerza viva. Para Platón
era La Teoría de las Ideas, las cuales se traducían en
conocimientos y principios de la
existencia.
Bajo nuestra
complejidad humana, las ideas son imágenes que existen o se forman en
la mente como algo innato, son juicios que hablan de nuestra aptitud de autorreflexión, de creatividad y
la habilidad de usar nuestro intelecto. Es decir, que nuestros pensamientos son
varias ideas concatenadas que por experiencias o meras percepciones tenemos hacia
algo, en este caso hacia nosotros mismos. De nuestros pensamientos se producen las emociones y ahí es
donde se hace el engranaje que define el emblema de nuestro transitar en la
vida, -“El Triste” me podría responder el conductor del bus. Las emociones son
poderosas por que proyectan y
definen nuestro actuar, la frase de “el
presente construye el futuro” es el paralelismo de lo que pensamos y el
desarrollo e impacto que vendrá a nuestro camino.
Paul Ekman, psicólogo experto en el estudio de las emociones definió
seis emociones básicas: Rabia, repugnancia, miedo, alegría, tristeza, y sorpresa. Las emociones son lo que sentimos y cuando no vivimos plenamente
nuestros sentimientos y no les permitimos que nos recorran de una manera
natural, la fuerza vital de estos sentimientos se queda alojada en nuestros
cuerpos. Esto provoca muchos problemas a todos los niveles: emocional, mental,
espiritual y físico. Muchas personas quieren un cambio, un cambio radical y rápido en sus vidas, a cambio el foco de
atención está sobre todo en cada problema: la preocupación, el miedo, la
desesperanza, la angustia, el rencor; en
síntesis el cerebro ha sido programado por los pensamientos y cuando
sentimos una emoción solemos responder a ella, y esta respuesta hace que cambie
la situación, lo que a su vez puede dar lugar a otra emoción y otra respuesta.
Así que si
le ocurre pegar una calcomanía de letras grandes que enuncien su vida escoja el
color y el calificativo más adecuado en donde usted misma pueda leer: “La
Alegre”, “La Amorosa”, “La Sorprendente”, “La Maravillosa” y seguramente nos
encontraremos por alguna travesía.
Emotions Revealed:
Recognizing Faces and Feelings to Improve Communication and Emotional Life , by
Paul Ekman.
CRÉDITOS: Alexandra Cuervo
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