martes, 30 de abril de 2013



A los 20 años por recomendación de mi medico visite mi primer nutricionista, la dieta que me sugirió era un poco mas sensible, 1200 calorías diarias divididas en grupos alimenticios y separados por menús para cada dia, con esa dieta se regulo mi peso y las cosas parecían ir por buen camino, conocí a mi esposo, me case, me sentí tranquila y deje de preocuparme tanto por mi peso, pero como ya mi metabolismo se había lesionado, cortesía de los regímenes de ayuno anteriores, comenze a subir de peso descontroladamente; si no pasaba hambre cualquier cosa que comiera me engordaba el doble!
 
¿Como diablos era posible esto? Busque las pastillas mágicas pero como quería quedar embarazada me daba miedo tomarlas así que opte por dejar todo aquello que no fuera natural, o sugerido por un medico.

Pasaron varios años hasta que gracias a que no conseguía embarazarme descubrí que tenía la tiroides lenta ¡Bingo! Ese era el problema. Comencé con 50 microgramos de levo tiroxina sodica y el peso comenzó a regularse, pero, solo por un ratico; como no podía quedar embarazada, tuve que someterme a tratamientos de fertilidad y a punta de hormonas me infle como un balón! 
 
Para cuando quede embarazada estaba por encima de mi peso 10 kilos. Uno de los momento mas bochornosos de mi vida con respecto a mi peso lo pase la semana siguiente despues de dar a luz; Como había iniciado el embarazo con 10 kilos de mas, razoné que ya que estaba embarazada que mas daba, me dedique a comer todo aquello que antes me producía culpabilidad y muchas veces solo comía a escondidas, tortas, helados, postres, panes, galletas, en fin, de todo, estaba en la gloria ¡no había nada prohibido para mi! Para cuando nació mi hijo yo quede con 30 kilos de más. 
 
A los 7 días era su circuncisión y yo estaba en el salón peinándome, cuando el estilista me pregunto para cuando nacía mi bebe, por poco me muero de la vergüenza y no fui capaz de decirle que ya había nacido, así que mentí y le dije que podría nacer en cualquier momento; ese dia llore de vergüenza, me mire en el espejo y llore, tenía el pelo corto, la cara como una luna y el cuerpo como una verdadera almohadita; lloré y decidí una vez mas recurrir a mi vieja obsesión la cual al igual que la comida estaba ahí dispuesta a consolarme. 
 
¡Una vez mas estaba lista para dejar de comer!

0 comentarios:

Publicar un comentario